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Primer análisis sobre Escuela 2.0

El diario económico Expansión publicó ayer 23 de septiembre un artículo titulado «El portátil del cole divide España» en que se  analiza del primer año (¿ya ha pasado un año?) del proyecto Escuela 2.0. Entre las cosas interesantes hay un mapa del estado español con las cifras de alumnos «dotados» de portátil y de «aulas 2.0» (wifi y pizarra digital). Lástima que no se contrasten con el número total de estudiantes y aulas que deberían haberse dotado según los acuerdos de cada comunidad autónoma. Así no hay manera de saber el nivel de ejecución. En el mapa, destacan, como es natural, Madrid, Murcia y Valencia (gobernadas por el PP) con unos pequeños guiones en lugar de cifras (no han puesto ceros). No participan en el proyecto, como todo el mundo sabe, a diferencia de otras comunidades gobernadas por el mismo partido, como Galicia, que sí participan. Supongo que la personalidad de sus gobernantes y su manera de entender cómo se hace oposición explica lo que evidentemente no es una estrategia nacional de partido.

En el texto destacan las declaraciones del director general de Toshiba España («El número de incidencias por ruptura de los equipos ha sido inferior al que esperábamos» (!)), «[los alumnos]…prestan más atención en las clases y sacan mejores notas desde que los tienen», y, según parece, los ordenadores reducen el absentismo laboral (sic)), las del director de Administración Pública y Educación de HP Sistemas Personales («hay editoriales más pequeñas que han comenzado a ofertar material para las clases, y también algunas autonomías han impulsado la creación de contenidos digitales y multimedia”), del consejero de Educación de la Junta de Andalucía (“No se trata de que la página del libro pase al ordenador en formato PDF; los libros interactivos deben permitir, además, una aproximación más individualizada al nivel de cada alumno”) y de «algunas voces críticas», que el periodista no identifica, que «achacan a la trasferencia autonómica de la educación el hecho de que las editoriales no se lancen definitivamente a desarrollar programas educativos digitales u online, dada la escasa rentabilidad que supondría modificarlos para cada región». Creo que cualquiera puede adivinar quienes son las «voces críticas» no identificadas.

Es destacable el hecho de que, según el periodista, todas las «soluciones» se han ofrecido «llave en mano»:

«Las adjudicaciones son responsabilidad de los gobiernos autonómicos y, en todas ellas, se han asignado a consorcios que ofrecían paquetes llave en mano: además del hardware, incluyen todo el software de seguridad, el mantenimiento de los equipos, los accesorios, la conectividad a Internet, la formación del profesorado, soluciones de financiación (como el rénting) y, en algunos casos, contenidos didácticos.»

El artículo finaliza relatando las dificultades de los pobres vendedores de equipos para ofrecer productos de calidad y valor añadido con los precios tan bajos que paga la Administración (¡rácanos!):

“El plan Escuela 2.0 es un dinamizador para el mercado”, al aumentar el target de clientes a un segmento de población muy joven, pero “la presión de precios es enorme”, dice Fernández [HP]. “No podemos ofrecer buenos productos y servicios añadidos, como la formación, por menos de 500 euros, porque perderíamos dinero”, asegura Ruano [Toshiba]».

No hay declaraciones de ningún docente, ni director/a de centro. Parece que ningún Centro de Profesores ha hecho nada, ningún centro ha organizado formación para sus docentes, etc. El impacto real de los ordenadores en la metodología docente y en el aprendizaje no se menciona, siquiera de pasada. Aunque, claro, Expansión es un periódico económico, no pedagógico.

Algunos comentarios que se me ocurren a vuelapluma:

1. Leyendo el artículo me reafirmo en mi apreciación de hace más de un año en este mismo blog («Zapatero se equivoca» 1/5/09) cuando dije: «En realidad [Escuela 2.0] no tiene nada que ver con la educación. Zapatero no apuesta por los docentes, los alumnos o los ciudadanos, apuesta por el negocio. Es un plan para mantener y/o aumentar los beneficios de varios sectores de la industria y el comercio (norteamericanos y españoles, naturalmente), a mi modo de ver ignorando lo más básico acerca de las nuevas tecnologías y la pedagogía, no es un plan para cambiar nada de lo que ocurre dentro de las aulas».

2. La industria editorial, en un año, no ha sido capaz de dar respuesta al desafío de la digitalización de los soportes de contenidos en educación. Aunque, «libro de texto digital» y «portátiles para todos con conexión a Internet» son recursos pedagogicamente incompatibles.

3. Los vendedores de ordenadores, ¿realmente se creen que han formado al profesorado? ¿Ellos y nadie más? Algunos compañeros que trabajan en Centros de Profesores se sentirán bastante ninguneados. Con pocos medios, con el recorte de la crisis, en muchos sitios se ha hecho un enorme esfuerzo humano para formar a muchos de docentes que, ¡demonios! permítanme que lo diga, en el año 2010 ya deberían saber manejar un ordenador y usarlo como herramienta didáctica… si la escuela no fuera una institución ucrónica. Pero la realidad es la que es.

4.  Si algún alto responsable de los proyectos Escuela 2.0 a nivel autonómico lee esto, por favor, dedique unos miles de euros este año a un análisis independiente de los efectos educativos del proyecto. Necesitará un buen diagnóstico de la situación para seguir tomando decisiones. SI puede ser, uno en el que no aparezcan docentes diciendo que los ordenadores «motivan a los niños», por favor. Un estudio independiente y público que muestre si realmente ha cambiado lo que se hace en las aulas desde que los niños y niñas acarrean ordenadores al colegio. Aunque, todos sospechamos lo mismo. ¿Esperaremos otro año quizá para reconocer públicamente que cacharros sin formación y sin soporte no cambian nada? ¿O no haremos ningún análisis?

6. Mi esperanza es que cada día hay más docentes que entienden que el mundo ha cambiado y que los portátiles son una magnífica oportundad para transformar sus practicas docentes. Cada día hay más. En serio. Pese a todas las dificultades y problemas. Y son la sal de la tierra. Los cambios serán lentos, pero ocurrirán.

En fin, la revolución no se publica en el BOE.

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Sigue la polémica sobre la DIY U, PLEs, edupunks y universidad

Un par de textos más para el debate. El primero de un anónimo «Dean Dad» en Inside Higher Ed titulado «Toughts on DIY U. Confessions of a Community College Dean» que plantea las cosas muy claritas:

Eleemosynary institutions have real and serious flaws, but they exist to empower the weak. They are necessary to empower the weak. If you rend them asunder, you will expose the weak to the predations of the strong. This is so fundamental that I’m surprised it even needs to be brought up. If it weren’t scandalously unethical, I’d propose an experiment: take two sets of kids who barely got through a weak school district. Send one set to the local community college, and tell the other set it’s free to educate itself under digital bridges. Come back in, say, ten years, and compare the results on any scale you want. Then talk to me about «edupunks.»

If you’re serious about education for the non-elite, you need institutions. The institutions need to be accountable, and open to creativity, and efficient, and changed in a host of ways that I spend most of my waking hours obsessing over and probably more that I’ve never even thought of. But you need them. Every serious social movement of the past two centuries has understood this. The internet has changed a lot of things, but it hasn’t changed that. The rich kids may experience unbundling as liberation, and to some degree, it can be. But for the vast majority, the issue isn’t that their individuality is being squelched by The Man and his distribution requirements. It’s that without effective educational institutions from preschool on up, they will never get the chance to develop their skills in the first place.

Otro texto interesante es el de Henry Jenkins «Why Participatory Culture Is Not Web 2.0: Some Basic Distinctions«, un extracto de su epílogo al reciente libro de Colin Lankshear y Michele Knobel, DIY Media: Creating, Sharing and Learning with New Technologies. Y del mismo autor «What Can Teachers Learn from DIY Cultures: An Interview with Colin Lankshear and Michele Knobel (Part One)«.

Incorporados quedan al conjunto de reacciones al libro de Kamenetz que estoy leyendo (véase post anterior). Seguro que mañana Downes, Felstein, Wiley, Groom y compañía hablarán del tema.