Jesús Valverde Berrocoso

Defender la bondad del ser humano es enfrentarse a los poderosos del mundo, porque, para ellos, una imagen esperanzadora del ser humano es una amenaza, algo subversivo y sedicioso.

—Rutger Bregman, Dignos de ser humanos, 2021, p. 33.

Escribo esta breve nota con el enorme agrado de reconocer el valioso regalo que Jordi Adell Segura, con enorme generosidad, me ha ofrecido (y lo sigue haciendo) desde que me acerqué a la docencia y la investigación en el ámbito de la Tecnología Educativa. Una clave distintiva de las personas que poseen un gran inteligencia, una capacidad creativa destacada, una visión firme y un profundo conocimiento de las cosas y los fenómenos, se encuentra en su sencillez, naturalidad y sinceridad. Jordi es de este tipo de personas. En su modestia esconde una gran capacidad de pensamiento y acción. Su contribución a la comprensión del papel de las tecnologías digitales en la educación es muy importante por diversas razones. En primer lugar, nos ha enseñado a adoptar siempre una mirada crítica, no dogmática, sobre la transformación digital de nuestras sociedades y su influencia en los sistemas educativos. Sus argumentos, sus datos, sus ejemplos siempre aportan luz y nos hacen descubrir hechos e ideas que nos han hecho pensar antes de actuar. La crítica es un ejercicio imprescindible, no siempre agradable, porque nos sitúa ante nuestras propias contradicciones, nos obliga a tomar partido, nos conduce a un cambio en nuestras actitudes y en nuestros comportamientos. Jordi ha sido siempre audaz en sus ideas, inspirador en sus propuestas y maestro en sus prácticas. Y, por ahí, se encuentra un segundo motivo de su relevante aportación a la Tecnología Educativa: la innovación. Hoy en día es una palabra muy deteriorada, de la que se abusa en exceso. Jordi es un innovador no porque esté «a la última» o sea un «esnob» de las tecnologías. De él hemos aprendido que la innovación no es un mero cambio superficial de los medios didácticos, una sustitución irreflexiva de prácticas docentes, una serie de conceptos mal definidos que se unen para ofrecer un discurso vistoso, pero sin contenido. Su estrecha vinculación con personas y colectivos de la renovación pedagógica es una muestra de su compromiso con el verdadero cambio educativo: aquel que surge del profesional reflexivo y está contextualizado en un entorno flexible y complejo. Fue pionero en el desarrollo de los servicios de la web y, a través del concepto de entorno personal de aprendizaje, ha sabido transmitir todo el potencial que Internet posee en la educación actual y futura. La tercera razón por la que Jordi tiene un rol fundamental en la Tecnología Educativa es su alta capacidad comunicativa. Es uno de los mejores divulgadores de las relaciones entre Pedagogía y Tecnología. Sus múltiples participaciones en eventos académicos y científicos son resultado de una habilidad muy especial para expresar las ideas y atraer la atención de todos nosotros. No es mera retórica, sino la transmisión de valores profundos y reflexiones maduradas. Además de provocar, en el sentido positivo de estimular, comprometer o desafiar, Jordi es un lector voraz que nos ofrece excelentes pistas para articular nuestro conocimiento. Sus recomendaciones, sus citas, los autores que sigue, son un regalo muy valioso para los que nos dedicamos a enseñar e investigar en estas lides. Un rasgo de generosidad, una conducta propia de un buen profesor.

En consecuencia, tengo que estar enormemente agradecido a Jordi por ser para mí un referente insustituible que ahora da por terminada una etapa profesional, pero que aún tiene que ofrecernos mucho de lo que atesora. Y con mayor libertad, si cabe. Siempre que solicité su colaboración me la ofreció, disfruté de su conversación y aprendí de sus lecciones, siempre «magistrales». La imagen de nuestro último encuentro en Cáceres nos sitúa en su bello casco histórico, lleno de piedras, de historia(s), algo que pervive, de manera milagrosa, el paso del tiempo. Yo creo que Jordi ha construido también un patrimonio muy valioso que hemos de saber conservar y transmitir.

Jesús Valverde Berrocoso

Cáceres, 14 de junio de 2022