“Les daré un pronóstico para el invierno: será frío, oscuro y durará… el resto de sus vidas”
Phil Connors (Bill Murray) en la peli «Atrapado en el tiempo», más conocida como «El día de la marmota».
Addenda 24 de enero: Otra foto de la «pedagogía de la manta», esta del IES Muro de Alcoi publicada por El País el 23/01/2012, en una noticia titulda «Educación aplaza por tercera vez el pago de la deuda a los colegios«.
No se si «el resto de sus vidas» pero el invierno valenciano será largo, frio y oscuro. De hecho, en los institutos valencianos ya se esta preparando a la nueva generación para lo que les espera en la vida. Un par de ejemplos:
Al alumno que hizo esta segunda foto, la directora intentó expulsarlo unos días por publicarla en Facebook. Sin embargo, parece que no siguió el procedimiento legal y no será expulsado. Seguirá pasando frio en clase. Ahora ya sabe que si consigue trabajo, lo podrán echar cuando quiera el patrón. Pedagogía de la buena.
Ayer hubo manifa en Valencia:
El otro día, un compañero de la UJI, Francisco Pastor, publicó un artículo en El País titulado «Por encima de las posibilidades ¿de quién?» Léanlo, no tiene desperdicio.
¿Aprenderemos la lección?
Aprender ya la hemos aprendido, la cuestión es si la van a aprender «ellos» (Camps, Matas, y tantos otros) 😉
Creo que es cierto. Yo también suelo emplear la metáfora del invierno. Y les digo que no va a acabar para todos igual. Que los habrá que jamás pasen frío y los habrá que nunca vuelvan a tener calor. La semana pasada una alumna de 4ºESO me ayudó a intentar hacer comprender a otra alumna de 1ºESO que debía cambiar de actitud respecto a su esfuerzo y comportamiento. Simplemente le espetó: «¿Te imaginas que vuelvas hoy a casa y te diga tu padre que le han echado del trabajo?». El cambio del color de la cara fue un indicador suficiente del impacto.
Pero…
Lo siento, tengo un pero.
Pero creo que estamos recogiendo algo que hemos sembrado. Y no me refiero al despilfarro, al vivir como si nada fuera a cambiar nunca, al ladrillazo, etc. Creo que es más hondo. Estuvimos sembrando la democracia y el estado del bienestar como conceptos locales. Y en muchas de estas más que justificadas protestas me preocupa que haya gente que esté pensando más tiempo en «qué hay de lo mío» en vez de en «qué hay de lo nuestro». Asumiendo por «mío» desde «yo» hasta «los míos» o «los que son como yo». Y por «nuestro» a «cualquier persona en cualquier lugar y tiempo».
Lo que hay hoy vino de lo que hubo ayer. Hoy vuelve a ser una oportunidad de sembrar de otro modo. No solo de valorar lo perdido, como la calefacción o la disponibilidad de recursos económicos para buenas políticas educativas y sociales. Sino de reconducir nuestros comportamientos hacia la comprensión del daño que hacemos cuando olvidamos el referente: la humanidad.
La indignación por la pérdida de, p.ej., la calefacción, debe encenderse. Y, a la vez, encender la indignación por la ausencia de esa posibilidad para miles de millones de gentes que no son «como yo».
Si esa indignación, justa (eso es objetivo), no es un motor de arranque de otra indignación ante las carencias de otros, la verdad es que no me interesa (eso es subjetivo, lo reconozco). A pesar de que sea justa y a pesar de que crea que es muy, muy bueno, aprender a protestar, a luchar por lo propio.
No sé si es una oportunidad para cambiar el mundo, pero sí que es una oportunidad para que las personas cambiemos. Si queremos…
Mmmm… Me ha quedado brindis al sol… Pero es lo que siento. Creía que había que aportar una visión crítica de las protestas, pero reconozco que es solo un deseo, no una acción concreta. ¡Lo siento!
Y muy bueno lo de Francisco Pastor, ¡sí señor! 🙂