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Prólogo a «Experiencias educativas en las aulas del Siglo XXI. Innovación con TIC»

Juanmi Muñoz @mudejarico me pidió que escribiera el prólogo del libro «Experiencias educativas en las aulas del Siglo XXI. Innovación con TIC» coordinado por José Hernández, Massimo Pennesi, Diego Sobrino y Azucena Vázquez y editado por Espiral, Educación y Tecnología y EducaRed Fundación Telefónica.

 

Portada libro Experiencias...

 

Esto fue lo que «me salió»:

PRÓLOGO

Conozco a muchas de las personas que han participado en este libro. Y no las conozco “de oídas” o me las han presentado en alguna ocasión. Sé lo que hacen: leo sus blogs y sus tuits, comparten conmigo sus ideas y creaciones (textos, vídeos, presentaciones y otros artefactos digitales), conozco sus dudas, sus certezas, sus alegrías, sus éxitos y, a veces, sus fracasos. Muchos de ellos forman parte de mi red personal de aprendizaje, esto es, el conjunto de personas de las que aprendo y con las que aprendo. Son parte de mi “claustro virtual”: son mis compañeros y compañeras en un apasionante viaje a las posibilidades educativas de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) que comenzó hace algunos años. Y si hay un elemento común, una característica que las define y las une, es su pasión por aprender y por compartir con los demás lo que han aprendido. Mi sensación es que siempre están ahí, al otro lado de la pantalla. ¿Tienes una duda? Pregunta y te contestarán.

Todas estas personas, y otras muchas que no están en este monográfico pero que podrían perfectamente formar parte de él, están creando una nueva manera de enseñar y aprender y, en el proceso, una nueva manera de ser docente. Aunque, bien pensado, quizá las ideas no sean tan nuevas, pero nunca hasta la fecha se habían materializado en las aulas de manera tan clara.

Muchos de los principios y supuestos que guían estas experiencias nos remiten a ideas de renovación pedagógica sobradamente conocidas. No en vano la llegada de Internet a los centros educativos ha reactivado el interés por las ideas de autores como Freinet. ¿Qué caracteriza esta “quizá no tan nueva en los libros, pero sí en las aulas” manera de enseñar y aprender con las TIC?

En primer lugar, la mayoría comparte una visión constructivista social y construccionista del aprendizaje y la convicción que para vivir en este mundo cambiante y complejo es necesario desarrollar múltiples alfabetizaciones y competencias y que se aprende haciendo, hablando y reflexionando, elaborando cooperativamente artefactos culturales que integren múltiples fuentes de información, códigos y lenguajes diversos y herramientas variadas. El papel del alumnado en la actividad didáctica no se reduce a receptor pasivo y repetidor fiel de la información proporcionada por una fuente única, usualmente el profesorado y el libro de texto. El alumnado es el auténtico protagonista de la actividad, que le exige poner en juego capacidades cognitivas de alto nivel como el análisis, la síntesis, la evaluación, la creatividad, etc. El profesorado, por su parte, diseña la actividad y el entorno en el que tendrá lugar, sugiere fuentes relevantes de información y herramientas, enseña a buscar y seleccionar nuevas fuentes, orienta la dinámica de los grupos, supervisa el trabajo, acompaña, facilita, evalúa, etc., pero deja que el protagonismo de la acción recaiga en el alumnado.

La metáfora del aprendizaje como adquisición, basada en la visión del conocimiento como sustancia y los medios como conducto, y la metáfora del aprendizaje como participación, basada en la socialización en el seno de comunidades de práctica, son necesarias pero no son suficientes. Es necesario introducir también la metáfora de la creación de conocimiento mediante procesos de mediación trialógica a través de artefactos conceptuales.

La segunda idea poderosa que quiero destacar es que todo este proceso tiene lugar en un nuevo escenario de trabajo docente, y de desarrollo profesional, potenciado por la tecnología. Muchas de las personas que han colaborado en este libro interactúan entre sí de manera habitual, conocen lo que hacen los demás, se inspiran, usan y desarrollan ideas, materiales, herramientas y conceptos compartidos en los múltiples espacios de relación que nos brinda la tecnología. Sus respectivos entornos personales de aprendizaje (PLE) les enriquecen constantemente. Sus referentes son ahora mundiales: no hace falta que sir Ken Robinson, por poner un ejemplo reciente, vaya a su colegio o al centro de profesores de referencia a dar una charla. Todos hemos visto en Internet sus charlas en TED o la entrevista de Punset en Redes 2.0 y hemos hablado entre nosotros en Twitter o en nuestros blogs del interés y la posibilidad (o no) de aplicar sus ideas. Todos y todas conocemos las presentaciones, los vídeos o las propuestas de actividades didácticas que cuelgan en la red unos y otras, incluidos los resultados: los trabajos del alumnado. Incluso asistimos a distancia y en directo a actividades de formación de centros de profesorado de otras comunidades autónomas y charlamos sobre ellas en foros o en Twitter, a veces mientras tienen lugar. Y si queremos poner en marcha alguna idea, tenemos cientos de compañeros y compañeras que nos pueden echar una mano si es necesario. De hecho comienzan a proliferar actividades colaborativas en las que profesorado y estudiantado de diversos centros trabajan juntos en pos de objetivos comunes gracias a la tecnología. Nuestro claustro ahora es el mundo.

Muchos docentes, sobre todo al principio, practican lo que los expertos denominan “participación legítima periférica”: observan, reflexionan, sacan sus conclusiones, a veces actúan, analizan los resultados, replantean la acción a la luz de los resultados… y un día se lanzan a compartir sus ideas con los demás, a preguntar y a responder, a participar activamente en una comunidad difusa pero potente de la que, casi sin darse cuenta, ya forman parte. Algunos docentes universitarios intentamos que nuestro estudiantado entre en este mundo durante su período de formación inicial.

La experiencia nos ha demostrado muchas veces que las TIC no introducen la innovación didáctica por sí mismas. Todos hemos visto formas de utilizarlas basadas en metodologías de otra época: libros de texto ‘digitales’ utilizados como única fuente de conocimiento y ejercicios, pizarras interactivas usadas como antiguos pizarrones para ‘mostrar’ texto y gráficos al estudiantado, ejercicios ‘interactivos’ en línea, que son como antiguos cuadernos de ejercicios descontextualizados, pero ahora “autocorrectivos”, etc. No es un peligro baladí: muchas empresas e incluso autoridades educativas intentan ‘vendernos’ dichos usos como la mejor manera de integrar las TIC en el currículum. Pero si hacemos que el alumnado realice con las TIC lo mismo que antes con tecnologías de la era de la imprenta es previsible que los resultados de aprendizaje sean similares. Si en lugar de libros de texto de papel usamos libros de texto digitales, prácticamente idénticos, y los utilizamos de la misma manera que los de papel, es lógico que los resultados sean los mismos que antes. Las TIC permiten y facilitan, pero no imponen, otra manera de trabajar. Si accedemos a Internet desde el aula y el hogar no es para estudiar el libro de texto, es para consultar fuentes diversas de información y usar herramientas poderosas para comprender y transformar la información. La clave, por tanto, no es la tecnología, sino un cambio metodológico en el cual las actividades se centran en los intereses y necesidades del estudiantado, que las percibe como auténticas, que promueven la cooperación y el debate entre iguales a través de la elaboración de artefactos culturales utilizando múltiples códigos, lenguajes y herramientas, que animan a comprender, a investigar y a crear y no solo a recordar las respuestas correctas, actividades cuya evaluación tiene en cuenta tanto el proceso como el producto, etc. Pero las TIC no solo nos proporcionan fuentes de información y potentes herramientas para esta manera de trabajar, nos proporcionan inspiración para diseñarlas y un espacio para compartirlas.

Los lectores encontrarán en este libro muchas ideas para aprovechar el potencial de las TIC, más allá de “no ensuciarse las manos de tiza” con las pizarras digitales. Pero este libro es, además y sobre todo, una invitación. Una invitación que dice: “vente con nosotros/as a hacer buena pedagogía con las TIC y por el camino vamos a reinventarnos como docentes”.

Las TIC están aquí y están para quedarse. El lector tiene delante una buena muestra de las ideas que se están creando colectivamente y poniendo en práctica con y desde las TIC en escuelas, institutos, universidades y centros educativos de todo tipo. Y las están creado un colectivo cada vez más amplio que demuestra que a pesar de la crisis, la falta de medios, las decisiones a veces poco acertadas de la Administración, el desinterés de muchos sectores educativos, las rigideces y carencias del currículum oficial, a pesar de la tremenda masa inercial de instituciones y personas, otra educación es posible. Yo creo que, además de posible, es absolutamente necesaria. Nos jugamos nuestro futuro.

 

Blog · En clase

Vídeos y metaaprendizajes

La última actividad que hemos hecho este semestre en clase ha sido crear un spot publicitario en vídeo. El objetivo (el mío) no era tanto que aprendieran lenguaje audivisual o a usar la cámara o el software de edición de vídeo (ni que lo supieran todo sobre el contenido del que trataba el spot, Google Apps), como que los y las estudiantes fueran conscientes de si habíamos conseguido o no uno de los principales objetivos de la asignatura, esto es, ser capaces de hacer cualquier cosa con las TIC aunque nadie «les haya enseñado» directamente cómo hacerla. Dado el escaso tiempo del que disponemos (40 horas de clase en 10 semanas) y el ritmo con el que aparecen herramientas, recursos, contenidos, etc. relacionados con las nuevas tecnologías no hay otra actividad más importante durante el curso que «aprender a aprender» sobre y con las TIC. No es que no haya más remedio, es que es el aprendizaje más importante que pueden realizar: a ser aprendices permanentes y autónomos, a no «esperar» a que alguien «les enseñe». Cada día estoy más convencido que es la principal cualidad de un buen docente… y seguramente de cualquier profesión.

Las tareas que realizan durante el curso están graduadas. En la última no hay ninguna ayuda, documento, tutoríal, etc.: se tienen que «buscar la vida». Los resultados, desde mi perspectiva, son más que satisfactorios. Unos vídeos son mejores que otros, sin duda, pero todos han experimentado, probado, buscado información, han tenido problemas y los han solucionado, han pensado, planificado, decidido, etc. Y, encima, se han divertido.  Lo importante no es tanto el producto final como lo aprendido durante el proceso y, especialmente, los metaaprendizajes, por ejemplo, lo que han aprendido sobre ellos mismos como aprendices. Aquí van algunos vídeos. El resto, en YouTube, buscando “L20-2011” y “M21-2011”:

¿Y que han aprendido? Raquel, una de las estudiantes matriculadas en la asignatura, escribía en su blog hace unos días sobre lo que ha cambiado en el poco tiempo que ha durado el curso (más abajo mi traducción al castellano). Lo que me mueve a copiar su post aquí es, en primer lugar, que es una visión desde «el otro lado» (lo que dice sobre el miedo a equivocarse es importante para mejorar mi práctica el año próximo, por ejemplo, …tendremos que trabajar en ello). Y porque, en segundo lugar, creo que es una reflexión auténtica. No es un «trabajo de clase». No les «mandé» que reflexionasen, ni que escribiesen sobre ello, no es «por la nota», no es «un trabajillo de clase… lo que quiere leer el profesor». Lo escribió porque quiso.

Anem a per més…
Ara, després d’uns quants dies d’haver iniciat aquest viatge per les noves tecnologies, me’n adone de que aquell principi pareix que estiga a anys llum però tan sols fa un parell de mesos. Quant hem canviat en aquest temps? Jo crec que molt però sobretot en la nostra forma de mirar-ho tot. Abans, i jo de les primeres, ho fèiem tot segons ens deien, no ens molestàvem gens en investigar un poc, en fer les coses per nosaltres soles, per descobrir coses noves. Ara som nosaltres, tot i que cal dir que seguim buscant aquesta facilitat, les que anem investigant cóm fer, cóm canviar, cóm mostrar-nos, cóm avançar en aquest món de les noves tecnologies i, sobretot, mirant cap un futur on serem nosaltres les que deurem intentar que els nens i nenes siguin els que investiguin.

Cal que hi seguim investigant? Que seguim avançant? Per suposat la resposta la coneixem ja tots, sí. El que crec que més m’ha costat, i crec que no sols a mi, és a avançar sense por a equivocar-se, avançar per el gust de descobrir i no només pel fet d’aprovar, de no aprovar o de quedar bé amb algú, de superar a un altra companya o company, etc. Devem pensar que en un futur no tan llunyà les que estarem a l’altra banda serem nosaltres, i per tant nosaltres serem les que devem canviar la nostra forma de pensar.

Vamos a por más …
Ahora, tras varios días de haber iniciado este viaje por las nuevas tecnologías, me doy cuenta de que aquel principio parece que esté a años luz, pero sólo hace un par de meses. ¿Cuánto hemos cambiado en este tiempo? Yo creo que mucho pero sobre todo en nuestra forma de mirarlo todo. Antes, y yo de las primeras, lo hacíamos todo según nos decían, no nos molestábamos nada en investigar un poco, en hacer las cosas por nosotros solas, para descubrir cosas nuevas. Ahora somos nosotras, aunque hay que decir que seguimos buscando esa facilidad, las que vamos investigando cómo hacer, cómo cambiar, cómo mostrarnos, cómo avanzar en este mundo de las nuevas tecnologías y, sobre todo, mirando hacia un futuro donde seremos nosotras las que deberemos intentar que los niños y niñas sean los que investiguen.

¿Hay que seguir investigando? ¿Que seguir avanzando? Por supuesto la respuesta la conocemos ya todos, sí. Lo que creo que más me ha costado, y creo que no sólo a mí, es avanzar sin miedo a equivocarme, avanzar por el gusto de descubrir y no sólo por el hecho de aprobar, de no aprobar o de quedar bien con alguien, de superar a otra compañera o compañero, etc. Debemos pensar que en un futuro no tan lejano las que estaremos al otro lado seremos nosotras, y por tanto nosotras somos las que debemos cambiar nuestra forma de pensar.»

Creo que el objetivo final del profesor es ser innecesario para el estudiante. A veces compruebas con orgullo que, con algunos y algunas estudiantes, lo has conseguido.

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Lo importante no es la tecnología, sino lo que tus alumnos pueden hacer con ella.

Estamos hartos de oir que lo importante no es la tecnología, sino lo que podemos hacer con ella. De hecho, esta frase es hoy el eslogan de una conocida marca de teléfonos móviles. Pero, para mi gusto y dirigida a docentes, podríamos retocarla un poco: «lo importante no es la tecnología, sino lo que tus alumnos pueden hacer con ella».

En primer lugar: las herramientas están al servicio de nuestros fines y no deben imponernos su lógica o el fin para el que fueron diseñadas y comercializadas (seguramente para ganar dinero con ellas). Si su diseño es tan «estrecho» que solo sirven a un modelo didáctico que no nos convence, mejor no las usemos.

Segundo: lo importante no es lo que hagan los docentes, sino lo que pueden hacer (y con ello, aprender) los alumnos. Evidentemente los alumnos harán el uso que les propongamos. Pero pensemos en clave didáctica: si queremos mejorar los resultados del aprendizaje, las TIC no deben ser «nuestros juguetes», sino los suyos. Dicho de otro modo, si las TIC están a nuestro servicio, para «presentar contenidos», por ejemplo, no nos extrañemos que los resultados sean similares a los obtenidos con las herramientas anteriores de «presentar contenidos». ¿Por qué? Sencillo, porque presentamos contenidos 🙂 En en fondo no hay ningún cambio sustancial en lo que hacemos y en lo que les hacemos hacer a los alumnos. La maestra Carme Barba resumió hace un tiempo esta idea en una frase: el problema «didáctico» de los libros de texto es que no son el punto de partida, sino el de llegada. Y en demasiadas ocasiones resulta que, encima, la llegada no es un buen sitio.

En tercer lugar, ¿alguien se ha planteado la cantidad de «artefactos» culturales que podemos construir… perdón, que nuestros alumnos y alumnas pueden construir con las TIC?

Ayúdame a hacer una lista. A mi, se me han ocurrido estos en un rato:

  • Textos (de todo tipo y género, individuales y colectivos)
  • Imágenes (fotos, síntesis)
  • Dibujos (esquemas, artísticos, etc.)
  • Gráficos (Climogramas, organigramas, estadísticos…)
  • Hipermedia (páginas web)
  • Mapas conceptuales, mapas mentales, etc.
  • Cómics
  • Presentaciones
  • Posters multimedia
  • Audio, música
  • Vídeo, animaciones
  • Juegos
  • Simulaciones
  • Mapas multimedia (geolocalización)
  • Líneas de tiempo multimedia (cronogramas)
  • Y más “cosas” que todavía no tienen un nombre 🙂

A cada tipo de artefacto le podemos asociar una serie de herramientas para crearlo. Podemos ir a Cool Tools for Schools y ver la selección de herramientas que nos presentan. Y cada semana aparecen nuevas. Pero lo que es más importante, a mi juicio, no es la herramienta o la acción por la acción, sino que podemos decidir qué artefactos les proponermos crear a nuestros alumnos y alumnas en función de qué procesos cognitivos pretendemos promover y qué a objetivos y, sobre todo, criterios de evaluación del currículum queremos trabajar. También podemos decidir qué artefactos «se alinean» mejor con los contenidos del currículum y cuál es la metodología didáctica más adecuada en función de nuestro contexto, para que nuestros estudiantes, con sus conocimientos previos, pueden realizar una tarea o actividad concreta.Todos estos pasos, del currículum a los artefactos y la organización de la tarea, es, sencillamente, la clave del uso didáctico de las TIC.