La única razón válida que justifica el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en educación es que añadan valor a la acción didáctica. Es decir, que mejore, aumente, personalice, etc. el aprendizaje de los estudiantes. Dicho de otro modo, que nos permita hacer mejor las cosas o que nos permita hacer cosas que de otro modo no podríamos hacer. Esa es la pregunta clave ante la incorporación de cualquier nueva tecnología a nuestra práctica cotidiana: ¿les aporta algo a los estudiantes que de otro modo no conseguirían? Si la respuesta es que los estudiantes terminan haciendo lo mismo que antes, deberíamos analizar otras razones para adoptarla. Es posible que la nueva tecnología abarate costos, una razón nada baladí, pero entonces no esperemos revoluciones didácticas. Un ejemplo claro lo tenemos en los libros de texto digitales. ¿Cambian algo de la dinámica de la clase y de la actividad de los estudiantes respecto al conocimiento? Pues más bien poco si los usamos de la misma manera que los de papel… por más realidad aumentada que emerja de sus páginas (que todo llegará).
Esta semana pasada he estado leyendo las entradas y explorando los enlaces de un blog muy recomendable «Mind/Shift. How we will learn«, dedicado especialmente a la enseñanza de las ciencias. Una entrada me ha llamado la atención.
El Grupo de Tecnologia de la Imagen del Instituto Beckmande la Universidad de Illinois, desde hace más de 10 años, proporciona a las escuelas de todo el mundo, a través de Internet, acceso a un microscopio electrónico de barrido. El proyecto se llama «Bugscope» y consiste en que cualquier escuela o instituto puede reservar una hora de microscopio enviando un proyecto y sus muestras de insectos. A través de la web, y en contacto vía chat con los técnicos del instituto Beckman, profesores y estudiantes manejan el microscopio y reciben las imágenes que genera. Un reciente artículo de Science Magazine cuenta la experiencia.
Las imágenes son realmente espectaculares y el diálogo de la clase con los técnicos muy interesante. Un ejemplo es este fragmento de una sesión con la escuela de primaria de Harris, Texas, del 11 de agosto pasado:
- BUGSCOPE TEAM: here you can see into the fly’s mouth
- BUGSCOPE TEAM: insects have to do many of the same things we do, but they may have to do them a different way
- TEACHER: Wow. There’s a lot there. 🙂
- BUGSCOPE TEAM: very gross looking
- BUGSCOPE TEAM: for example, we have skin with nerve endings in it, but insects have a hardened shell
- BUGSCOPE TEAM: the insect shell is like a coat of armor would be to us, and the hairs that stick through the armor help the insects sense their environment
- TEACHER: It looks like there are hairs in the mouth. Why are they there?
BUGSCOPE TEAM: they don’t have sensitive skin like we do, so the hairs help them feel things mostly. These are probably to help the fly know when the tongue is touching something else- BUGSCOPE TEAM: insects often do not have ears, so they may use some of the mechanosensory hairs to detect vibration, which is what noise is
- BUGSCOPE TEAM: some of the hairs around the mouth are chemosensory as well and help the fly taste what it might want to sponge up with its mouth
La diferencia entre ver fotos en un libro de texto (electrónico o no) y ver imágenes de TUS insectos en el microscopio electrónico mientras recibes explicaciones de un especialista es notable. Sobre todo si la actividad forma parte de un proyecto en el que los niños y niñas han buscado información y han investigado la morfología, ciclo vital, hábitos de alimentación y reproducción, etc. de los insectos de su entorno. ¿Dónde reside el valor añadido? No solo en los conocimiento extra adquiridos, sino en los aprendizajes «paraleleos»: trabajar en grupo, tomar decisiones, buscar y seleccionar información, elaborar y contrastar hipótesis, y, sobre todo, en las emociones asociadas a las actividades del proyecto. Y el «Bugscope» nos ofrece, a través de las TIC y del proyecto del Instituto Bergman, un recurso compartido imposible de conseguir en una escuela o instituto. Pero que tiene sentido «dentro» del proyecto de ciencias de una clase. Nuevamente la tecnología, sin pedagogía, son solo fuegos artificiales. Y estos recursos, muchos, «están ahí fuera», esperando docentes que sepan usarlos para enseñar e ilusionar a los niños y niñas.
¿No os dan ganas de ser uno de los niños y niñas de una de estas clases? 🙂