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Francesc Llorens: Postecnología. ¿El final del sueño?

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Novadors es una asociación sin ánimo de lucro formada por docentes de todos los niveles educativos, de infantil a universidad, creada en el año 2003 con el objetivo de dinamizar el uso de las nueva tecnologías en la educación de la Comunidad Valenciana.

Novadors ha lanzado una colección de libros (Novadors-Edicions) dedicados al tema de la la educación y las nuevas tecnologías. Los dos primeros títulos son: Postecnología, ¿El final del sueño?, de Francesc Llorens, un conjunto de análisis sobre nuestra relación con la tecnología, y Tecnologías de la Información en Educación. Perspectivas actuales y tendencias de futuro de Vicent Campos i Francesc Llorens (comp.), que reúne cinco ensayos de Juan Miguel Muñoz, Miguel Muñiz, Alfonso Gutiérrez Martín, José A. Gabelas Barroso, Carmen Marta Lazo y Jarbas Novelino Barato.

Todos los libros se publican con licencias Creative Commons y se pueden adquirir online en la tienda online de Novadors-Edicions.

Francesc Llorens, una de las personas con las que más disfruto discutiendo sobre nuevas tecnologías y educación :-), me pidió que le escribiera un prólogo para su libro.  Aquí lo incluyo:

Francesc Llorens es una persona apasionada y apasionante. El texto que el lector tiene en sus manos es buena prueba de ello. En un ámbito, la educación, caracterizado hoy por las urgencias del cómo, Francesc se lanza a una indagación sobre los porqués de la relación de las tecnologías de la información y la comunicación con la sociedad y el conocimiento.

Es difícil no sentir simpatía por esta aventura, sobre todo cuando cada vez es más evidente que la penetración de la tecnología en todos los ámbitos de nuestras vidas, desde el nacimiento, implica la progresiva invisibilización de sus condicionantes y determinantes, una aceptación acrítica de la agenda de quienes deciden por nosotros qué nos ofrece el mercado para consumir en cada momento y un conjunto de prácticas que se generalizan proporcionalmente a su inanidad. Tecnología e ideología son dos caras de la misma moneda. Es imposible analizar la tecnología per se, en base únicamente a sus características, olvidando que ha sido creada por seres humanos, que es utilizada por seres humanos inscrita en prácticas cotidianas cargadas de intenciones y valores y que su impacto está transformando a los seres humanos y a su entorno. Tampoco es posible reducirla a los intereses de quienes la producen. Los “efectos secundarios”, no previstos, en ocasiones son más importantes que los primarios. Es más, tendemos siempre a exagerar sus efectos a corto plazo y a infravalorar los efectos a largo plazo.

Si la tecnología es el sueño ilustrado redivivo de una comunidad universal solidaria, quizá de nuevo produzca monstruos. Hay que estar atentos. La facilidad con la que una y otra vez libramos nuestro destino a una panacea, una varita mágica que solucione todos los problemas que ella misma ha causado es, quizá por repetido, mucho más preocupante.

La tecnología es un producto humano que transforma al ser humano. Es necesario el análisis constante sobre quiénes somos realmente, cómo construimos y reconstruimos nuestra identidad en este principio de milenio y qué queremos hacer con nuestras vidas y, si somos educadores, con la influencia que tenemos en la vida de los demás. Es necesario analizarla, además, en sus diferentes contextos, dentro de las prácticas cotidianas en las que nos sumerge. Parece que nunca podremos escapar al síndrome de Frankenstein: la sensación de que liberamos fuerzas poderosas que luego escapan a nuestro control. Pero eso también les ocurre a ellos, a los que mandan, a los que vigilan y castigan. Quizá este sea un espacio para la esperanza: la tecnología es, también, una herramienta poderosa, aunque no la única, para conseguir los ideales de justicia y libertad. Pero no nos confundamos, los problemas económicos y sociales suelen exigir soluciones políticas, no tecnológicas. Aunque a veces el monstruo se escape y ponga patas arriba todo el pueblo (como la Internet), casi siempre suele obedecer a su amo. Y si en el discurso la utopía tecnológica sustituye a la acción política, por poner un ejemplo, tendremos un grave problema.

Estoy seguro que el lector apreciará un libro para pensar, como el que está acariciando. De los miles de libros, artículos, entradas en blogs,, etc. que se publican anualmente sobre las tecnologías de la información y la comunicación, este invita a recorrer uno de los caminos menos transitados pero más necesarios: el de la reflexión y el análisis.