Esta entrada había pensado titularla «Plan 9 from Outer Space». Tenía un poster de esa peli y he visto varias veces la maravillosa Ed Wood. Pero luego pensé: «¡demonios!, ¿cómo vas a ponerle el título de la peor película jamás filmada de la historia del cine?» Mejor que no. Y me he quedado con eso del plan TIC o TAC.
Y es que hoy va de planes y proyectos TIC.
Acabo de leer un reciente artículo del British Journal of Educational Technology titulado School-based ICT policy plans in primary education: Elements, typologies and underlying processes, escrito por Ruben Vanderlinde, Sara Dexter y Johan van Braak (se puede descargar aquí dándose de alta en Academia.edu) que analiza los planes TIC de 31 escuelas primarias de Flandes y que propone algunas ideas interesantes.
En primer lugar, explican qué es un plan TIC: «En tal plan, una escuela define sus expectativas, metas, contenido y acciones relativas al papel futuro de las TIC en la enseñanza y el aprendizaje». Se quejan de que la literatura sobre planes TIC y políticas TIC es genérica e infradesarrollada. En la parte central de la investigación analizan el contenido de los planes TIC de 31 escuelas de primaria de Flandes y entrevistan a los directores/as o los coordinadores/as TIC de cada centro. Los autores han clasificado los planes en uno de tres tipos básicos: 1) como la «visión de un proyecto», 2) como un inventario técnico; y 3) un plan TIC «comprehensivo». Los autores encontraron una amplia variedad de enfoques en los planes TIC de las escuelas tanto el el proceso de creación y ejecución de tales planes como en el apoyo a las actividades de formación en TIC, los procesos de toma de decisiones basada en datos y las actividades de seguimiento de la ejecución del plan. Naturalmente, apuestan por el tercer tipo.
Los datos concretos sobre cuántas escuelas tienen qué tipo de plan y qué dijeron los directores al respecto no son demasiado relevantes en nuestro contexto (además se pueden consultar en el artículo). Lo que nos importa es si podemos aprender algo de todo esto.
Yo soy el primero en reconocer que llevo mal las exigencias de la planificación meticulosa, el seguimiento de proyectos con indicadores cuantificables y demás zarandajas de moda en esta época tan ISO. Son un fastidio… sobre todo cuando se convierten en un paripé en el que no se analiza lo importante, sino lo fácil de medir. A un pavo de AENOR que vino el año pasado a ver nuestro plan estratégico y que nos dijo que éramos «poco ambiciosos» porque no planteábamos un incremento en los indicadores le dije cuatro veces seguidas que qué parte de «reducción del 20% del presupuesto» no entendía y que hacer lo mismo con un 20% menos de presupuesto era desde mi perspectiva un «gran ejercicio de imaginación» y que, en realidad, «eramos sumamente ambiciosos». Nos sugirió que propusiéramos otros indicadores que pudieran aumentar con menos presupuesto, a lo que yo le pregunté si nos estaba sugiriendo que propusiéramos indicadores irrelevantes. «Antes muerto que patrás». En fin. Que no soy muy amigo de la gestión «científica», ni de todo el rollo ese de la «calidad» («¿por qué la llaman calidad cuando quieren decir control?», como dijo mi amigo Javier), ni de los expertos en nada que te dicen cómo «gestionarlo» todo. Para mandar hay que saber del tema, no solo saber «mandar». ¿Me explico? Es más, en las escuelas ya hay demasiado papeleo. Incluso existe una figura en educación dedicada exclusivamente a «pedir los papeles»: los inspectores (lo siento por los buenos/as, que los hay, pero, como colectivo, la mala fama entre el profesorado se la han ganado a pulso todos estos años).
Pero a pesar de todo, creo que un plan TIC es necesario. Y no lo es como objeto o cosa, sino como proceso. El plan es el resultado de «vamos a hablar todos un poco sobre qué vamos a hacer con todos estos ordenadores que nos han mandado, qué necesitamos y cómo podemos saber si lo estamos consiguiendo». Eso es un plan TIC: ponernos más o menos de acuerdo todos sobre qué vamos a hacer con las TIC en el cole para remar en la misma dirección y que nadie se quede en tierra. Empezaremos por averiguar dónde estamos y luego definir dónde queremos llegar. Es evidente que si no sabemos dónde vamos podemos terminar en cualquier sitio. Naturalmente hace falta conocer bien las TIC y saber qué se puede hacer con ellas. Y estar dispuesto a cambiar prácticas. Si no, el plan no hace ninguna falta.
Pero, ¿cómo hacer un plan TIC? Rosa Fronell y Jordi Vivancos escribieron hace unos años un estupendo documento para la Generalitat de Catalunya titulado «El Plà TAC de centre» (TAC por «tecnologías del aprendizaje y el conocimiento», en un intento de orientar sus contenidos hacia el aprendizaje y el conocimiento, y no tanto a la tecnología). Hay una versión en castellano, aunque creo que hecha con Google Translator. Quizá en tu comunidad autónoma haya un modelo «oficial», pero lo importante no son «los papeles», es el proceso: si nos hemos puesto de acuerdo, si nos lo creemos, si lo seguimos y/o lo reajustamos en función de cómo van las cosas, si evaluamos los resultados, si contemplamos las necesidades de formación, etc.
¿Qué experiencia tienes con el plan TIC de tu centro? ¿Existe? ¿»Funciona» o son solo «papeles»? ¿Quieres compartirla conmigo?
Pues eso era. Decididamente lo de Plan 9 from Outer Space y los extraterrestres resucitando a los muertos como zombies y vampiros para conquistar la Tierra era una mala idea :-).