Como profesores, a veces nos resulta complicado explicar o, mejor, «hacer vivir», a los estudiantes qué implica el uso de ciertas herramientas de comunicación. Twitter es una de las complicadas… no por su manejo: sin duda es la cosa más simple que pulula por la Internet. Es difícil comunicar qué implica tener una red de contactos interesantes en Twitter, qué te aportan, cómo se construye día a día, qué tipo de comportamientos son más adecuados, etc. De hecho, creo que no se puede explicar: hay que vivirlo. Pero no siempre conseguimos que los estudiantes lo hagan, más allá de cumplir instrucciones de manera mecánica, y que se den cuenta de qué tienen entre manos.
Yo lo intenté este curso de una manera diferente: sin manuales, instrucciones, tutoriales, etc. Les expliqué someramente qué era Twitter en clase, les mostré una pantalla con Twitter y les pregunté en qué tema estaban trabajando en otras asignaturas. Hice una pregunta según sus indicaciones y en cinco minutos tenía varias respuestas de mis contactos sugiriendo recursos, sitios web e incluso una colección de favoritos en Mr.Wong sobre el tema. Los estudiantes se quedaron impresionados: qué fácil era conseguir ayuda… y en minutos.
Les expliqué que para «recibir» hay que «dar», que otro día alguien preguntará de algo que tu sabes y deberías dedicarle unos minutos a buscar la info, copiar el enlace y contestar, que construir una comunidad de contactos cuesta tiempo, que no puedes entrar y esperar que todo el mundo te haga caso… sentido común twitero, vamos. …y que lo probaran, que aprovecharan mi lista de contactos para seguir a gente interesante.
Ayer leí una entrada de una de mis estudiantes, Lucía, en su portafolios electrónico y me gustó tanto que le he pedido permiso para copiarla aquí.
Increible. Nunca antes había descubierto una forma tan alucinante de recibir información de múltiples partes del mundo en un tiempo tan real. Sin duda, ahora cuando enciendo el ordenador Twitter tiene preferencia frente a Facebook o incluso Tuenti (del que hace días que he perdido el rastro). ¿Por qué ha sucedido esto? Bien, en primer lugar, creo que también es algo relacionado con mi carácter, personalidad. Me explico, siempre me he considerado una persona con muchas ganas de aprender, ganas que han aumentado todavía más desde el comienzo de mis estudios en Magisterio de Primaria. Ya que me parece una auténtica locura pensar en ser maestro/a, en ayudar a educar a personas sin estar mínimamente preparado.
Hasta hace poco, en esas reflexiones que no te dejan dormir por las noches me surgían dudas sobre si seguir estudiando Magisterio o no. Me sentía un poco perdida, desconcertada con todo esto de la educación. Durante el curso pasado tuvimos unas 14 asignaturas pero ninguna de ellas me dejó con una «sensación de seguridad» para poder entrar en un aula y saber más o menos cómo desenvolverme (sé que aquí juega un gran papel la autonomía personal, y el buscarse un poco la vida). A principios de este curso, de nuevo comenzaban a surgirme dudas sobre mi futura profesión. ¿Por qué? No lo sé, bueno en parte sí. La teoría que ronda sobre mi cabeza es que la mayoría de asignaturas que tenemos son las típicas de clases magistrales, a excepción de X e Y (editado por Jordi). En estas clases se imparten muchos conocimientos pero no algo muy importante desde mi punto de vista: cómo enseñar esos conocimientos. Ya que en el momento que doy con una asignatura que trata de orientarnos, nos propone ideas para aplicarlas en el aula…me siento más segura.
Es algo corriente el escuchar que el mundo de la educación es complejo, yo no pretendo ser una maestra perfecta el primer día pero sí que me gustaría poder ir mejorando y llegar a ser una de esas maestras que dejan una pequeña huella, esas de las que se encuentran a sus alumnos/as por la calle estando jubiladas y se intercambian unas palabras. ¿Pero cómo conseguir mejorar, innovar? A través de cursillos? Tal vez, pero que hacer mientras tanto? De momento he encontrado una fórmula alternativa: Twitter. Parece que esté haciendo un anuncio induciendo al consumo de Twitter. No me importa, si es necesario lo hago.
¿A qué se debe esa firmeza en las afirmaciones? Sencillamente porque he encontrado algo que creo que necesitaba con urgencia para no replantearme algo que en principio era vocacional. En Twitter he encontrado (utilizando en un primer instante las listas de Jordi) a personas que se mueven también por el mundo de la educación, pero sobretodo a personas que no les importa COMPARTIR (enlaces interesantes, sus blogs e incluso sus experiencias del aula!!) y además se ofrecen a AYUDARTE. Que hace ver que NO estás solo/a, que la escuela no es algo AISLADO… Y de dónde he empezado a poder sacar ideas, propuestas, es decir, a aprender.
Tal vez, estos dos conceptos (compartir y ayudar) me sorprenden tanto por mi experiencia en la escuela. Aquí va a modo de experiencia personal algunas de las actitudes que deberíamos desterrar:
Imaginaros el siguiente contexto: época de la famosa Selectividad, necesitaba ayuda desesperadamente en filosofía. Una amiga (que iba a otro instituto) tenía unos apuntes hechos por su profesora que estaban muy bien y que tal vez fueran el empujón que necesitaba para aclararme entre tanto Platón, Descartes, Nietzsche.. Digo «tal vez» porque esa maestra tenía totalmente PROHIBIDO que sus alumnos/as dejaran fotocopiarse dicho material. Increíble pero cierto, nunca llegué a tener entre mis manos esos apuntes. Ahora yo invitaría a esa profesora a darse un paseo por la red, por unos cuantos blogs de esos que tienen incluso unidades didácticas para compartir!!!
Gente así existe y existirá siempre, por desgracia, pero muchas otras personas ya han cambiado el chip. Muestra de ello es Twitter y su gente.
¿Queréis ver qué he ido haciendo en Twitter? AQUÍ podéis ver parte de mi actividad en Twitter.
Muchas gracias a todos/as los que habéis contribuido a que Lucía haya descubierto todo lo que cuenta en su portafolios. ¡Ah!, si queréis seguirla, su usuario en Twitter es @luagle